martes, 7 de junio de 2011

Atalaya del 1 de enero de 1970, págs. 3-6

La vuelta de Cristo... ¿qué significa para usted?
¿Cuándo y cómo viene? ¿Por qué debería interesarse usted?
HOY los que afirman ser cristianos por lo general piensan poco en la vuelta de Cristo. Lo que la Biblia enseña sobre temas como el fin de este sistema de cosas y la segunda presencia de Cristo relacionada con él, que también se llama la parousía o segunda venida, no recibe mucha atención. A menudo se considera a los que verdaderamente creen en estas doctrinas bíblicas como fanáticos o extremistas. Sin embargo, el considerarlos así es un grave error, porque la verdad acerca de la vuelta de Cristo es de la mayor importancia para usted y todos los demás que vivimos en la Tierra hoy día.
Jesucristo repetidas veces dijo que volvería. (Luc. 18:8; Juan 14:2, 3) Expresó esto, no solo con declaraciones directas, sino también por medio de parábolas. (Mat. 25:1-30; Luc. 19:11-27) La esperanza de la vuelta de Cristo era fuerte y descollaba mucho en la mente de los primeros seguidores de Cristo. En realidad, según el libro de R. A. Torrey What the Bible Teaches, la vuelta de Cristo se menciona 318 veces en las Escrituras Griegas Cristianas. En particular el apóstol Pablo mencionó repetidas veces que Cristo vendría de nuevo, como en Hebreos 9:28. Allí escribió: “El Cristo fue ofrecido una vez para siempre para cargar con los pecados de muchos; y la segunda vez que aparece será aparte del pecado.”
Además de eso, una vez que entendemos los propósitos de la primera venida y la segunda venida o presencia de Jesús, vemos que la segunda venida tiene que seguir a la primera tan claramente como la noche sigue al día. Se pudiera decir que en su primera presencia compró una propiedad valiosa. En virtud de su fiel proceder y de su muerte de sacrificio, Jesús compró los derechos a vida de la familia humana, así como el derecho de encabezar el reino de Dios. En su segunda presencia toma posesión del reino de Dios y otorga a la humanidad comprada vida y las bendiciones del Reino.—Mat. 13:44-46; Juan 6:51; 1 Cor. 7:23.
EL TIEMPO DE SU VENIDA
Muchos teólogos modernos dicen que no se interesan en el tiempo de la venida de Cristo. Sin embargo, sus apóstoles sí se interesaron. Le preguntaron: “¿Qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?” Jesús alistó varios acontecimientos, según se registra en Mateo 24, 25; Marcos 13 y Lucas 21. Entre éstos estaban: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá escaseces de alimento y terremotos en un lugar tras otro. . . . y por el aumento del desafuero se enfriará el amor de la mayor parte. . . . Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”—Mat. 24:7-14.
Al meditar en lo que ha acontecido durante los pasados cincuenta años más o menos, tenemos que llegar a la conclusión de que las palabras de Jesús se han cumplido de un modo asombroso en particular desde 1914. Pues también el apóstol Pablo escribió que “en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar,” debido al egoísmo, violencia e impiedad extremados que habría—2 Tim. 3:1-5.
No hay duda de que las palabras de Pablo se cumplen en nuestro día. Y acerca de estos “últimos días” el apóstol Pedro escribió: “Porque ustedes saben esto primero, que en los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él?’” Así vemos que la presencia de Cristo y los “últimos días” coinciden.—2 Ped. 3:3, 4.
Pero quizás usted pregunte: Si Cristo ha vuelto, ¿dónde está? ¿Lo ha visto alguien? ¿A quiénes ha vuelto?
¿CÓMO HA VUELTO CRISTO?
El hecho de que la gente que espera que Cristo vuelva por lo general está a la expectativa de verlo en los cielos con los ojos naturales sin duda ayuda a explicar por qué tantos hoy día no consideran seriamente la vuelta de Cristo. Sin embargo, ¿pudiera ser que Cristo haya vuelto pero que esté presente invisiblemente? Eso es exactamente lo que enseñan las Escrituras.
Jesús dijo de sí mismo: “El pan que yo daré es mi carne a favor de la vida del mundo.” (Juan 6:51) Habiendo entregado su vida carnal por la vida del mundo, no podía tomarla de nuevo. Y por eso leemos: “Pues, hasta Cristo murió una vez para siempre respecto a pecados, un justo por los injustos, para conducir a ustedes a Dios, habiendo sido muerto en la carne, pero hecho vivo en el espíritu.” Como una poderosa criatura espíritu invisible, el resucitado Jesús “mora en luz inaccesible,” y “ninguno de los hombres [lo] ha visto ni [lo] puede ver.”—1 Ped. 3:18; 1 Tim. 6:16.
Sabiendo que en breve llegaría a ser una criatura espíritu, Jesús dijo a sus apóstoles en la noche en que fue traicionado: “Un poco más y el mundo ya no me contemplará, mas ustedes me contemplarán.” (Juan 14:19) Solo sus seguidores íntimos lo vieron de entonces en adelante, tal como Pedro le dijo a Cornelio: “Dios levantó a Éste al tercer día y le concedió manifestarse, no a todo el pueblo, sino a testigos nombrados de antemano por Dios, a nosotros, que comimos y bebimos con él después que se levantó de entre los muertos.” De modo que uno no puede esperar ver con los ojos naturales a Jesús cuando éste ha vuelto.—Hech. 10:40, 41.
Pero quizás usted pregunte: ¿No vio y tocó el apóstol Tomás las heridas qué tenía Jesús en el costado y las manos, lo cual indicaría que Jesús se levantó con el mismo cuerpo con que murió? ¿Cómo puede explicarse este hecho? —Juan 20:26-28.
La Biblia muestra que a veces criaturas espíritus invisibles se han presentado con la forma de cuerpos humanos. Esto lo hicieron muchos ángeles en tiempos pasados y esto es lo que Jesús hizo al ser resucitado. A eso se debe que frecuentemente no se reconociera a Jesús después de haber sido resucitado. Eso también explica por qué pudo entrar en la habitación donde estaban reunidos sus once apóstoles, aunque la puerta estaba cerrada con llave.—Luc. 24:15-35; Juan 20:11-20; 21:1-4.
Pero quizás ahora usted pregunte: Entonces, ¿cómo hemos de entender las palabras de Revelación 1:7: “¡Miren! Viene con las nubes, y todo ojo le verá”? La Biblia habla de dos clases de vista. Así pues, en una ocasión Jesús dijo que sus opositores religiosos eran ‘guías ciegos que guiaban a ciegos y que ambos caerían en un hoyo.’ (Mat. 15:14) Es obvio que Jesús no quiso decir que estaban literal o físicamente ciegos, sino que estaban ciegos en cuanto a entender.
Por eso, al leer que todo ojo verá a Jesús uno puede estar seguro de que, ya que la Palabra de Dios no puede contradecirse, a lo que se refiere es a vista figurada. Sí, habrá un tiempo en que a toda la tierra se le hará consciente de la presencia de Cristo, cuando él comience a ejecutar a los inicuos.—2 Tes. 1:6-10.
Además, uno puede reconocer que ésta es la explicación razonable y lógica de Revelación 1:7 cuando considera la magnitud del problema que constituye el que todo ojo a la misma vez sobre toda la Tierra vea un cuerpo humano en el cielo. Considere también el hecho de que una mitad de la Tierra siempre está cubierta de tinieblas. Además, el hecho de que el lenguaje que se usa aquí es figurado también lo indica el que esto se encuentre en el libro de Revelación, que en gran parte está lleno de lenguaje figurado.—Rev. 1:1.
¿DÓNDE ESTÁ ÉL?
Entonces, ¿debería uno pensar que Jesús está invisiblemente presente en la atmósfera de la Tierra? Cuando la Biblia habla de la vuelta de Jesús, de ninguna manera se desprende de esto forzosamente que para que él esté presente tenga que abandonar su morada en los cielos.
Como poderosa persona espíritu, ‘la representación exacta del mismo ser de Dios,’ todo lo que Cristo tendría que hacer es dirigir su atención a la Tierra. (Heb. 1:3) Por ejemplo, las Escrituras frecuentemente dicen que Dios descendió a la Tierra para efectuar inspección, como cuando se estaba construyendo la torre de Babel y para notar lo que hacía la gente de Sodoma y Gomorra. También leemos que ‘visitó’ a su pueblo Israel y notó la penosa condición de éste mientras estaba en cautiverio en Egipto.—Gén. 11:5-7; 18:21; Éxo. 2:25; 3:8, 16; 4:31.
Pero, ¿cree usted que fue preciso que Jehová Dios realmente abandonara su trono celestial para efectuar la inspección o para actuar? ¡Ni pensarlo! Más bien, tomó nota, dirigió su atención a las cosas de la Tierra. Así pues, cuando leemos que “Dios visitó a los gentiles, para tomar de entre ellos un pueblo para su nombre,” (Mod) esto simplemente significa que dirigió su atención a los gentiles. Es por eso que leemos, según An American Translation: “Dios por primera vez mostró interés.” Otras traducciones usan “se interesó intensamente” (Mof); “favoreció a” (Versión Popular) o, como dice la Traducción del Nuevo Mundo: “Dios por primera vez dirigió su atención a las naciones para tomar de entre ellas un pueblo para su nombre.”—Hech. 15:14.
De modo que en este sentido se puede decir que la segunda venida o presencia de Cristo se ha efectuado aunque él realmente mora en el cielo. Ha vuelto en el sentido de que ha dirigido su atención a los asuntos de la Tierra al debido tiempo de Dios, tal como Jehová le indicó en la profecía que dice: “Siéntate a mi diestra hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies.”—Sal. 110:1.
¿A QUIÉNES HA VENIDO?
Quizás ahora usted desee saber a quiénes o a qué dirigió Jesús su atención al volver. Dirigió su atención a las cosas terrestres, porque era de la Tierra que había partido unos diecinueve siglos antes, dejando a sus discípulos aquí abajo.
De modo que dirigió su atención a sus seguidores fieles para efectuar una obra de cosechar en la Tierra. Como Jesús mostró en su parábola del sembrador, él mismo es el sembrador, y comenzó a sembrar esta semilla en su primera presencia el primer siglo E.C. Entonces en la conclusión de este sistema de cosas efectuaría una obra de cosechar por medio de sus ángeles. (Mat. 13:36-43) Esto está en armonía con su promesa de que volvería y recibiría a sus seguidores a sí mismo.—Juan 14:2, 3.
Hay razón para creer, por paralelos bíblicos, como cuando Jesús limpió el templo tres años y medio después de ser ungido como Rey, que fue tres años y medio después de haber sido instalado Jesús como Rey, o en 1918, que Jesús en el cielo dirigió su atención y se puso a juzgar a sus seguidores fieles que componen el templo espiritual. En ese tiempo remuneró a los que dormían en la muerte con una resurrección a la gloria celestial. Como predijo el apóstol Pablo, cuando Cristo volviera entonces “los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero.”—1 Tes. 4:16; Mat. 21:12-17.
Él viene a juzgar también a los demás vivientes: “Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono. Y todas las naciones serán juntadas delante de él, y separará a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras.” (Mat. 25:31, 32) Después de eso llamará a todos los que están en las tumbas conmemorativas, a los justos y a los injustos, y los juzgará durante su reinado de mil años.—Juan 5:28, 29; Hech. 24:15; Rev. 20:1-6.
LO QUE SIGNIFICA PARA USTED
Es particularmente tocante a la obra de juicio que Cristo lleva a cabo actualmente que su vuelta está llena de significado para usted y todos los demás que vivimos en este tiempo. Como Jesús procedió a mostrar, hoy toda la humanidad está siendo juzgada por su actitud y proceder para con los hermanos de Cristo, los ungidos que siguen en las pisadas de Jesucristo, de los cuales todavía hay un “resto” en la Tierra. Éstos y sus compañeros dedicados están participando en el cumplimiento de la profecía de Jesús: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”—Mat. 24:14.
Los seguidores ungidos de Jesús están sirviendo en lugar de él. (2 Cor. 5:20) Por eso él considera lo que se les hace a ellos como hecho a él. (Hech. 9:5) Entonces, a los que tratan bondadosamente a los seguidores de Cristo, que se ponen de parte de ellos, se les considera como que le están haciendo estas cosas a Jesús mismo, tal como él dijo en su parábola: “En verdad les digo: Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mí me lo hicieron.”—Mat. 25:40.
Puesto que esta obra de dividir a las “ovejas” y “cabras” está efectuándose bajo la dirección de Jesucristo, la vuelta de él al dirigir su atención a los asuntos de la Tierra es de la mayor importancia y del mayor significado para todos los que estamos en la Tierra. El destino de usted, así como el de todas las personas que ahora vivimos, se determina por el proceder que uno adopta para con los seguidores de Cristo. No hay terreno neutral. Como Jesús dijo: “El que no está de parte mía, contra mí está, y el que no recoge conmigo, desparrama.”—Mat. 12:30.
El ayudarle a usted y a todos los demás que aman a Dios a emprender el derrotero que merece la aprobación de Jesucristo el Juez es uno de los propósitos principales de los testigos cristianos de Jehová y de la revista que usted está leyendo. Si usted se declara a favor de Jesucristo y se pone de parte de sus seguidores, usted también puede esperar oír las palabras benditas: “Vengan, ustedes que tienen la bendición de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo.”—Mat. 25:34.
[Nota]
Para un repaso comprensivo de este tema vea ¡Despertad! del 8 de abril de 1969.


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