miércoles, 8 de junio de 2011

Atalaya del 15 de enero de 1970, págs. 63-64

Preguntas de los lectores
● ¿Qué se da a entender, en Juan 7:39, cuando se dice: “porque aún no había espíritu”?—A. A., EE. UU.
Esencialmente quiere decir que ninguno de los discípulos de Cristo había sido ungido aún con espíritu santo y llamado a la vida celestial.
Aproximadamente medio año antes de su muerte Jesús dijo: “Si alguien tiene sed, venga a mí y beba. El que pone fe en mí, así como ha dicho la Escritura: ‘De su parte más interior fluirán corrientes de agua viva.’” Entonces el relato inspirado sigue diciendo: “Sin embargo, dijo esto respecto al espíritu que estaban para recibir los que ponían fe en él; porque aún no había espíritu, por cuanto Jesús todavía no había sido glorificado.”—Juan 7:37-39.
Claramente Jesús no quiso decir que la fuerza activa o espíritu santo de Dios no había existido antes de esa ocasión, el tiempo de la fiesta de los tabernáculos en 32 E.C. Él y sus oyentes sabían que Dios por largo tiempo había usado su espíritu santo. (Gén. 1:2; 2 Sam. 23:2; Hech. 28:25) El espíritu de Dios descansó en siervos fieles como Otniel, Jefté y Sansón. (Jue. 3:9, 10; 11:29; 15:14) Pero había una manera en la cual el espíritu todavía no había sido utilizado con relación a humanos imperfectos. A ninguno de esos siervos fieles se le había llamado, por medio del espíritu, a la vida celestial.
Durante la fiesta de los tabernáculos un sacerdote judío descendía al estanque de Siloam en Jerusalén y subía un vaso dorado de agua al templo. Probablemente basándose en esta práctica, Jesús dijo que algo más refrescante e importante habría de venir. Y esa “agua viva” futura de alguna manera estaría enlazada con el hecho de que sus seguidores recibirían espíritu de Dios.
La noche antes de morir Jesús les dijo a sus apóstoles que les enviaría el espíritu santo de la verdad, el cual les haría recordar todas las cosas que les había dicho. (Juan 14:16, 17, 26) ¿Significa eso que no tenían nada del espíritu en ese entonces? No, pues por medio del espíritu habían podido efectuar curaciones milagrosas en conexión con su enseñanza. (Mat. 10:5-8) Y debido a ese espíritu entendían muchas cosas espirituales que Jesús enseñaba. Pero debido a que todavía no habían recibido la unción con espíritu de que Jesús habló en Juan 7:39, una entera sección de sus enseñanzas todavía estaba más allá de su entendimiento. Por ejemplo, no discernían que Cristo sería levantado de entre los muertos a vida de espíritu al tercer día, ni que su reino habría de estar en el cielo. (Juan 20:9; Hech. 1:6) Se comprende esto, puesto que la idea de que humanos llegaran a ser criaturas espíritus y vivieran en el cielo era ajena a su modo de pensar. Una vez que ellos mismos fueron ungidos con espíritu y recibieron la esperanza celestial, pudieron entender el significado de lo que Cristo había dicho sobre tales cosas.
Aun cuando Jesús se les apareció a sus apóstoles después de su resurrección “no había espíritu” en el sentido que quiso decir en Juan 7:39. El Cristo resucitado les prometió: “Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí.” (Hech. 1:8) Ya habían sido testigos de Jesús como el Mesías, pero no habían dado testimonio en cuanto a su regir en el cielo como criatura espíritu junto con asociados espíritus que anteriormente hubieran sido humanos.
Finalmente, en el Pentecostés de 33 E.C. Jesús derramó sobre sus seguidores el espíritu santo que él, como espíritu glorificado, había recibido de Jehová. (Hech. 2:4, 33) Esta fue la primera vez que a humanos imperfectos se les había dado la esperanza de vida de espíritu en el cielo. Por tener esta unción, los cristianos pudieron entender el significado de las muchas cosas que Jesús les había dicho. También, tenían un trabajo que hacer.
Esos cristianos ungidos habrían de ser “testigos” acerca de Jesús en un nuevo sentido. Ahora tenían el ‘espíritu santo, que era una prenda anticipada de su herencia’ en el cielo. (Efe. 1:13, 14) Con su predicación acerca del reino celestial, ‘de su parte más interior fluían corrientes de agua viva,’ porque las aguas de verdad dadora de vida que compartían podían llevar a vida eterna. Y la seguridad de eso no estaba distante; la llamada a la vida celestial estaba disponible precisamente en aquel tiempo. En aquel mismo día tres mil almas se aprovecharon de aquella “agua viva,” se bautizaron y recibieron el “don gratuito del espíritu santo.”—Hech. 2:38-42.
Y Jehová ha continuado usando a tales cristianos ungidos. Por medio de ellos ha provisto entendimiento de sus propósitos, incluso la perspectiva de que humanos de esta generación que ejercen fe en Cristo sobrevivan al fin de este inicuo sistema y vivan para siempre en una Tierra paradisíaca. ¡Cuán veraces han sido las palabras de Jesús de Juan 7:38, 39 en cuanto a la unción con espíritu santo y el “agua viva” que fluye por medio de los cristianos llamados a la vida en el cielo!

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